Lance Armstrong finalmente lo admitió. Se dopó. Armstrong no dio muchos detalles ni ofreció nombres. Conjeturó que probablemente no habría sido descubierto si no hubiese decidido regresar al deporte en el 2009. Y dijo que supo que su suerte estaba sellada cuando su viejo amigo, compañero de entrenamientos George Hincapie, que participó con él en sus siete triunfos en el Tour de Francia, fue forzado a denunciarle ante las autoridades antidopaje.
Pero desde el inicio y más de 20 veces durante la primera de dos partes de la entrevista con Oprah Winfrey, transmitida el jueves, el ex campeón de ciclismo admitió que había mentido sobre ello reiteradamente durante años y que él fue el líder de un minucioso esquema de dopaje en un equipo del Servicio Postal estadounidense que le llevó al tope del podio en Francia una y otra vez.
"Soy un personaje imperfecto", dijo Armstrong.
Yo busqué la definición de trampa", añadió momentos más tarde. "Y la definición es ganar una ventaja sobre un rival. Yo no lo consideré así. Yo lo consideré hacer lo necesario para emparejar las cosas".
Luciendo una chaqueta azul y una camisa con el cuello abierto, Armstrong fue directo en sus respuestas, y no estuvo defensivo ni afligido. No hubo lágrimas y muy pocas risas.
Evadió pocas preguntas y se negó a implicar a nadie más, incluso tras decir que era humanamente imposible ganar siete tours consecutivos sin doparse.